Hace semanas que no escribía por aquí.
No por falta de ganas, sino porque hay proyectos que lo ocupan todo. Este ha sido uno de ellos: un evento que me ha tenido trabajando a todas horas —en la oficina, sobre el terreno y, literalmente, hasta en sueños. Durante días he despertado con la sensación de seguir allí, resolviendo timings y repasando planos imaginarios.
Han sido semanas de una intensidad enorme, de esas en las que cada detalle cuenta y cada minuto importa. Un mes de trabajo previo, siete días in situ, y un equipo humano de esos que te recuerdan por qué vale la pena darlo todo.
No puedo contar mucho —la confidencialidad es parte del acuerdo—, pero sí puedo decir que ha sido uno de los proyectos más desafiantes y emocionantes en los que he participado.
Dejo atrás el cansancio y me quedo con el orgullo, el aprendizaje y esa sensación tan bonita de formar parte de algo grande.
Gracias a Producciones Accidentales por la confianza y por permitirme vivir este viaje junto a un equipo de profesionales increíbles.